Las sombras de la oscuridad -Capítulo 6-

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Arrimó la puerta de tal forma, que cuando alguien pasase por el pasillo, sería visto desde su cama, en la cual dibujaba extasiado. Tenía miedo -la primera vez en su longeva vida- de que ocurriese algo inesperado. Ya no podía ni confiar en su sombra.

Su ojos se tornaron vidriosos, al recordar las escuálidas faciones de Selma tan aterradas que parecía que iba a desfiguararse de un momento a otro. Se le encogió el alma cuando su mirada se cruzó con la suya. Jamás había visto tanto terror en un humano. Se acercó a ella, pero no fua capaz de continuar, pues su pulso era tan acelerado que con tan solo un paso más, sus venas habría explotado de la velocidad y adrenalina. Había vuelto a casa, tras preguntarle una y otra vez que era lo que había ocurrido, pero ni siquiera conseguía articular palabra. Por su mente pasaban miles de pensamientos. Ninguno agradable.

Sus ojos seguían fijos en el lugar en el que aquel chico había aparecido. Estaba segura que no habían sido imaginacione suyas, pues aquello parecía tan real que ni se imaginó por un momento que alguien pudiera estar jugando con su mente. Alguien que quería causarle más que daños. Alguien que quería acabar con ella de cualquier modo posible. Y ya había dado el primer paso. Un gran paso.

Oyó sus pasos, el sonido de los tacones al chocar con el suelo del pasillo, y tras esto, entrevió sus andares decididos, llevados por unas caderas perfectas y unas piernas largas, tal vez infinitas. Vio como se acercaba a la puerta, e indecidida esperaba que algo la impulsase a llamar a aquella puerta entre abierta. Él sonrió, feliz de verla de nuevo. Carraspeó. Y ella sonrió a su vez. Abrió la puerta con firmeza y se acercó a él. Ambos se abrazaron con cariño:
- Pensé que no nos volveríamos a ver, Sam. -dijo ella, con una gran sonrisa en su pálido rostro.
- Pues aquí me tienes, y no creo que sea casualidad.
Ella asintió, pero extrañamente, parecía apesumbrada.
- Ha pasado mucho tiempo, y si te soy sincera, te echaba de menos.
Se sentaron en la cama, mirándose fijamente, recordando viejos tiempos. Ninguno de los dos creía estar contemplando al otro, tras tantos siglos sin verse. Claro está, ninguno había cambiado considerablemente, pues les era muy difícil.
- Pero... en realidad vengo por algo un poco más complicado.
La sonrisa que antes había exhibido, poco a poco se borraba de su rostro, y pasaba a ser una mueca un tanto amarga.
- ¿Qué ha pasado, Steph? -dijo Sam, mirándole fijamente a los ojos. Aquellos ojos motados, dorados, que siglos antes le habían encandilado.
- Sam. He venido por los documentos. -la miró extrañado. No era tan grave como había esperado. Pero ella no había acabado de hablar- Sag te encargó un trabajo, y aún no has acabado con él.
- Stephanie. No es tan fácil como...-ella le interrumpió, impidiendo que hablara con dos dedos, que se posaron sobre sus labios.
Retiró la mano. Miró al suelo, y con voz queda lo dijo:
- Quiere que te mate, Sam.


Su mirada iba de un lado a otro de la húmeda habitación, por si volvía. Llevaba así varias horas, imaginando como reaccionar si regresaba. Había pensado hacerle frente, pero era una estupidez, puesto que con un simple soplido suyo, ella estaría en el suelo. Otra posibilidad de que acabase todo el martirio, era entregarle aquellos preciados papeles, pero se arriesgaba demasiado a que de verdad lo utilizaran en su contra. No era fácil hacerse con aquello, y por casualidad le había tocado a ella y a Natalie. Ahora le tocaba protegerlos con su vida, como su amiga había hecho.


Muchos siglos atrás, un humano había investigado a cerca de los vampiros, que cada noche cazaban cerca de sus tierras. Al cabo de muchos años de seguir a estos seres a través de sus cacerías, y espiar sus vidas, había llegado a la conclusión de que la luz del sol les producía unas quemaduras que les provocaban la muerte súbita, a pesar de ser unos "no muertos". Por ello este hombre había patentado un objeto que permitía a los vampiros sobrevivir aún expuestos a la luz del sol. Años más tarde, tuvo que esconderlo de los vampiros, pues querían hacerse con él a toda costa, lo que produjo un enfrentamiento bastante peligroso. Lo guardó todo en unos documentos que en esos momentos ella tenía en sus manos. Si aquellos seres se hacían con ello, entonces los humanos estarían acabados. Y no podía pasar por su culpa.

6 comentarios:

Ikana dijo...

Crema solar para vampiros hahahaha xD Que fuerte. Ay dios, si le pasase algo a sam... Yo si que seré un mueeeerto...

Besos gélidos a mi escritora favorita!

Trinity dijo...

Ay,señor. A santo de qué tenía ese tipejo que inventar una solución para el sol y los vampiros. ¿Es que no sabe que la curiosidad mató al gato? ¬¬

Alien de Andromeda dijo...

¿Sam tiene novia? O.o ¿O es tan solo una amiga?

Un abrazo momificado

Ella dijo...

Es más bien un artilugio, algo así como un amuleto, Ikana [pero esa idea me ha gustado, si...^^]Pues en el próximo capítulo lo sabreis^^

Pues si, Trinity, seguramente este hombre estaba tan aburrido que no se le ocurrió otra cosa xD

No exactamente, Alien, más bien es una "ex", pero como se suele decir <>

Besos desde el más allá, chicos..

Wilhemina dijo...

Los hombres tienden a inventar cosas estúpidas ¬¬
Una ex?Hehe Problemas en el paraíso de la inmortalidad? xD

Klaus dijo...

Entre la ex de Sam, el invento tan insólito y que vayan detrás de Selma, hace que esto tenga mucho suspense. espero que los vampiros no dominen la Tierra, no soy un gran fan de la sangre

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