El hijo del diablo - Capítulo 3-

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Elizabeth entró en la sala y se sentó frente a James:
- ¿En qué lío te has metido ahora?-preguntó serena.
- Dan ha vuelto a hacer de las suyas...-suspiró al recordar el brillo de sus ojos al verle esposado- Esta vez, no sé como, ha metido cocaína bajo mi colchón.
- No sé como vamos a arreglar esto-dijo, retocándose el peinado- Si no te saco pronto, el plan se iré por la borda. Además, ya tengo todo`preparado y no puedo perder más tiempo contigo.
Tras esto, se levantó de la silla y se colocó correctamente la falda.
- Pero...-tartamudeó James- sácame por favor; haré lo que sea...
- Lo voy a intentar, pero tendrás que compensarme.
Avisó al policía con la mano y salió tras él.
La celda era fría, pero él tenía calor. Un policía se acercó con otro preso que estaba junto a él.
- ¡Eh!-llamó al hombre- déjame hacer una llamada, por favor.
Al rato le sacó y llamó a Dan. Tras 5 tonos, su hijo respondió secamente.
- ¿Sí?
- Dan, soy yo.
Al otro lado nadie respondió. Fue un silencio frío, que le dejó la piel de gallina. Pero pronto respondió:
- ¿Qué es lo que te pasa ahora?
Cerró los ojos y preguntó:
- ¿Por qué lo has hecho, Dan? Dime que coño te he hecho y te recompensaré.
Rió a carcajadas, mientras pronunciaba algo que no terminó de comprender.
- ¡Basta!- apretó la mandíbula para no tirar el teléfono contra algún sitio. Pero su hijo seguía comportándose como un niñato.
- ¿Qué vas a hacer' ¿Vas a venir a pegarme?- seguía mofándose de él.
Relajó los músculos y habló despacio, intentando que sonase amenazador.
- ¿Y ahora de qué vivirás, Dan? ¿Acaso de camello?- intentó reírse también, pero le salió una pequeña carcajada nerviosa.
- Creeme, me las apaño perfectamente sin tí.
No aguantó más. Colgó el teléfono con fuerza y dio un puletazo a la pared.


Salió de las clases sonriente, como nunca antes lo había hecho. En la puerta se encontró a Alice. Se acercó a él y sonrió también.
- Buen trabajo-le felicitó ella- pensé que no serías capaz.
- Ahora se pudrirá en el infierno- rió de nuevo.
- Menuda cara puso cuando se lo dijeron- comentó evocando el día anterior.
- Por cierto, le debes el dinero a Sam- cambió el semblante por completo- espero que lo tengas. Ya sabes como es cuando no cumples sus tratos.
Asintió con la cabeza. Había ahorrado bastante para aquello. Cuando llegó a casa se lo dio en efectivo.
- Posiblemente te necesite pronto. Creo que la vieja esa, su jefa, le va a sacar del trullo.
- ¿Y qué vas a hacer cuando vuelva?
- No tengo ni la menor idea. Tendré que inventar algo nuevo- miró el interior de la casa, ahora vacía y le preguntó- ¿Vienes esta tarde? Planearemos algo...- sonrió picaramente. Siempre le había gustado Alice. Tenía algo que ninguna otra de las pijas tenía. Siempre habían estado juntos, desde que habían echo migas en primero de primaria, y ahora seguían siendo amigos. Confíaba plenamente en ella.
- Nos vemos esta tarde, entonces.-le sacó de sus ensoñaciones.
- Por supuesto.
Cuando se fue, cerró la puerta con cuidado y tiró todo sobre la mesa de la sala de estar. Encendió la televisión y se hizo un bocadillo de lomo. Ya casi no había comida en el frigorífico, pronto tendría que ir a comprar algo.
Pensó en el día de ayer. Había mentido a los policías diciendo que tenía madre, que pronto volvería de trabajar, y ambos se lo habían creido. Los adultos eran así de simples...

Llegó la tarde y James seguía encerrado en su celda, comindo los restos de un pedazo de pan. El chico de al lado le silbó.
- ¡Ey, Amigo! Dame un poco, ¿no?
Le pasó un pequeño trozo por los barrotes desgastados. Se le ocurrió preguntarle cuanto tiempollevaba allí encerrada, y la rspuesta fue una gran carcajada.
- ¿Y eso a qué viene? Yo ya perdí la cuenta...
- ¿ Y cómo aprovechas todo el tiempo que tienes?
- La verdad es que no lo aprovecho- miró al suelo de hormigón- al principio solo me comía el coco, pero pronto me di cuenta de que no servía para nada. Y es que, amigo, la vida del delincuente es muy dura.
Había dado en el clavo. Se masajeó la sienes y se tumbó boca arriba, contemplando la habitación grisácea y monótona con ojos inexpertos. La voz del preso rebotó en las paredes.
- Pronto te acostumbras, de eso no te preocupes.
- Esperemos que no- bisbiseó sin que nadie le oyera.

- ¿Dan?-la voz de Alice le despertó de su larga siesta. Se ´levantó con rapidez y le sirvió algo de zumo en un vaso de plástico, puesto que los de cristal estaban rotos o sucios. Una gran pila de vajilla llenaba el fregadero por completo. Alice lo metió todo en el lavavajillas y lo encendió.
Dan la miraba atento, mientras ella preparaba algo decente de comer, aunque a aquellas horas ya debía ser una merienda. El timbre sonó varios minutos después, y ante ellos apareció Elizabeth. Entró sin permiso en la casa y se sentó en un taburete de la cocina.
- ¿Así que tu eres el pequeño Dan?- Enseñó los dientes en señal de cortesía, sin embargo en su más fuero interno deseba sacarle la cabeza de cuajo.- El mismo que ha metido a su padre en la cárcel.
- Así es- la fulminó con la mirada- ¿Necesita una patada en su rechoncho culo para salir de mi casa?
La mujer rió
- Vaya, vaya... Quién lo diría. Eres perfecto...- dijo airosa.
Dan la miró confundido.

4 comentarios:

Ikana dijo...

Perfecto?Perfecto para qué? Y digo yo, van a conseguir sacar a James de la cárcel? O.o

Nimphadora dijo...

¿? A saber que percebes quiere Elizabeth de Dan y k kería decir con eso de "perfecto" ¬¬

Alien de Andromeda dijo...

Demonios!A mi me da que James lo tiene crudo y k Elizabeth no lo va a sacar. Mala espina me da Dan y Alice ¬¬

Trinity dijo...

Aqui hay gato encerrado ¬¬

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