La dama de la noche- Capítulo 3-

|
Contemplé el paisaje que se extendía hasta más allá del horizonte. Las cosas de Daphne seguían en su sitio, nadie había movido nada. Ella no había venido a recoger sus cosas. Llevaba ya dos días desaparecida, y, probablemente no volviera. De nuevo, sus ojos aparecieron en el reflejo de la ventana. Tenía que encontrarle, pues estaba segura de que tenía algo que ver con la desaparición de Daphne. Sin embargo, no podía hacer nada que no fuese quedarme en la habitación leyendo y mirando por la ventana. Nunca me había gustado esa chica, pero ahora veía la necesidad de encontrarla. Había sido mi "mejor amiga" desde que había llegado al internado. A ella le contaba todo, y ella, a su vez, hacía lo mismo. Nunca dábamos a conocer nuestra "amistad" en público, pues la tomarían por una pringada. Así, tras años de arrogancia me había dado cuenta de que en realidad no era tan mala como parecía. Simplemente daba una imagen que no tenía nada que ver con la real, la que se escondía en su interior. Era una coraza que la protegía.








Dos horas después ya estaba cansada de estar encerrada. Debía buscar a aquel chico si quería encontrar a Daphne. Solo había un inconveniente, pues las puertas estaban vigiladas y cerradas a cal y canto. De pronto una idea cruzó fugazmente mi cabeza. Así, una hora más tarde estaba de camino al pueblo más cercano, donde probablemente habían ido el sábado por la noche. Pero aquello no era lo que yo esperaba ver. La gente me rehuía, como si junto a mi llevara un fantasma. Busqué por todas las calles y pregunté a varias personas que no parecían asustadas si la habían visto. Pero todos negaban con la cabeza y se marchaban cabizbajos. Caminé durante horas y horas, ya que en el internado nadie me echaría de menos.


Una fábrica al otro lado del muro que separaba el pueblo del polígono daba la sensación de esconder algo. Una de las chimeneas estaba caída, los ladrillos se desprendían con facilidad. Pero no me paré.


Una vez dentro encendí la mini linterna que había comprado en una tienda cercana antes de que callese la noche. Lo que descubrí me dejó pasmada. Todo estaba en silencio, al parecer, vacío. Lo más curioso era que todo estaba en su sitio a pesar de ser una fábrica inutilizada. Me adentré a tráves de una gran sala que daba a otra más pequeña; allí descubrí un gran orificio en el suelo de hormigón. Una estrecha red separaba este agujero de la sala. Quité con cuidado la tela que lo cubría, y un olor pestilente inundó mis fosas nasales. Un gemido de angustia salió de mi garganta al contemplar los cadáveres unos encima de otros. Me alejé de allí con cuidado de no tropezar. Las arcadas se repetían al recordar el olor y los cuerpos, pero no paré hasta saltar de nuevo el muro de ladrillo y cemento. Cuando aterricé al otro lado una sombra se interpuso en mi camino. Tan solo sus ojos resaltaban en la oscuridad. De nuevo esos ojos...Se acercó lentamente a mí, sigiloso a pesar de la hojarasca que se acumulaba en el suelo. Un remolino de aire se llevó todo por delante, estampándolo en la muralla que minutos antes había cruzado. Su sonrisa era preciosa, pero a pesar de ello me infundó un miedo aplastante. Ni siquiera podía gritar, pues una bola se cerraba con fuerza sobre mi estómago. Fue él quién comenzó con voz suave:


- La dama de la noche... -tan solo un susurro y todo volvió a su sitio. Desapareció sin dejar rastro.


Aproveché aquel momento para correr hasta el centro del pueblo. Pero allí no habían nadie. Las calles estaban desiertas, no había ni una sola luz. Tan solo mi pequeña linterna iluminaba el camino. Aún así mi corazón palpitaba tan fuerte y tan rápido que daba la impresión de que se me iba a salir del pecho de un momento a otro. Las calles se juntaban, formaban recodos que no recordaba de antes... Pronto me perdí entre el silencio. Caminé lentamente sin saber qué hacer. De nuevo volví al centro del pueblo. La bola del estómago cada vez se volvía más grande, y yo cada vez estaba más y más asustada. Entonces divisé a un hombre en uno de los bancos. Me acerqué lo más rápido que pude. Cuando llegué a llí descubrí al chico de los ojos amarillos.
Miré mis manos un segundo antes de que la linterna se apagara.
Estaban empapadas en sangre.

3 comentarios:

Ikana dijo...

¡Demonios!Es escalofriante y emocionante. Ya tengo ganas de leer el cuarto capítulo ^^

Trinity dijo...

Impresionante! Quien será ese chico tan misterioso?
Un saludo,
Trinity

Ella dijo...

Ikana: me encanta que sea de tu agrado...^^
Trinity: pronto lo averiguarás!

Publicar un comentario