El hijo del diablo -Capítulo 7-

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Se removió inquieto en el asiento a la espera de que alguien saliera a darle noticias. La mujer que estaba en la silla de su derecha le miró con ojos llorosos. Él, como en la ambulancia, apartó la vista y miró al suelo avergonzado. Pero no paraba de mirarle, así que se le ocurrió preguntarle:
- ¿Usted por qué está aquí?- preguntó dulcemente. Lo de Alice le estaba ablandando demasiado.
- Mi... mi hijo-susurró, cogió un pañuelo del bolsillo y se secó las lágrimas que caían por sus mejillas- le dieron un balazo... en el banco...
Le dio un vuelco el corazón al comprobar que, en efecto, él le había matado. Y no dudó en levantarse a por un café a la máquina. Se sentó junto a ella y se lo dio amablemente:
- Lo siento muchísimo, creame- musito con la voz cortada.- ¿su nombre?
- Lissa
Aquella mujer estaba destrozada. Se fijó en que seguía llorando. De pronto un médico apareció frente a Dan y le indicó que le siguiera por el pasillo. La gente se apelotonaba en aquel estrecho espacio, por lo que caminó con dificultad a través de todas ellas. Cuando llegó a aquella pequeña estancia, vio a Alice. Estaba muy blanca, enganchada a un montón de aparatos. Se acercó a ella con miedo y miró al médico que se había quedado en la puerta. Asintió con pesadumbre y la cerró.
Se sentó a su lado y la acarició cuidadosamente, como si fuera una frágil muñeca de pocelana. La mascarilla le impedía besarla, pero no le dio importancia, puesto que si se la quitaba lo más probable es que se ahogara. La miró con ojos vidriosos, mientras le acariciaba la mano. De pronto alguien llamó a la puerta y entró. Su madre y su hermano habían venido a visitarla, pese a que ya ni siquiera se hablaban. Salíó al pasillo con la cabeza gacha y se sentó en el frío suelo. El médico apareció a su lado varios minutos después.
- Me gustaría que entraras, tenemos los resultados-dijo sombrío.
Dan se asustó, se levantó energicamente y abrió la puerta con cuidado. Los tres se sentaron en las sillas alrededor del médico, quién abrió una fina carpeta. Allí estaban todos los resultados.
- Bueno,-comenzó despacio, como si temiera tener que repetirlo- hemos estado haciéndole todo tipo de pruebas, y hemos dado con algo importante.
Se puso tenso en su silla, al igual que la madre y el hermano de Alice.
- Hemos descubierto que su hija-miró a la señora Tenson- padece la enfermedad de Addison. Es decir, una deficiencia hormonal causada por daño a la glándula adrenal. Por eso estaba débil, y muy pálida.
Sara miró a su hija que aún seguía en aquella cama, y se levantó con lágrimas en los ojos. Se colocó a su lado y lloró sobre ella.
-¿ Se... va a curar?- preguntó mirando esperanzada al médico. Pero él no respondió como todos ellos hubiesen querido, sino que contestó que no era una enfermedad que se pudiera curar, sino que debía pasar por tratamiento durante el resto de su vida, pero que lo superaría. Dan miró de nuevo al médico, quién salía rapidamente por la puerta. Le siguió, no sin antes besar a Alice, se conformaba con la mejilla.

James rememoró los acontecimientos de los últimos días, y se dio cuenta de que estaba muy solo. Estaba harto de quella maldita celda, fría e inhóspita, donde reposaba día y noche, sin moverse nada más que para acudir al baño, siempre acompañado de algún carcelero. Esperaba que los tres años se redujeran a dos, o algo parecido, ya que no usaba la violencia. Eso le recordó la masacre del banco, donde su hijo había actuado como un autentico asesino. Y eso no le enorgullecía para nada.


Corrió todo lo que pudo, hasta llegar a la parada del bús. Una vez allí sacó el dinero que aún tenía en el abrigo y se subió en cuanto llegó. Aquel autobús pasaba cerca de la cárcel, por lo que si se daba prisa podría llegar a la hora de las visitas.
Su padre no iba a aceptar hablar con él, pero se inventaría cualquier excusa para decirselo.
Sin embargo, en el momento en el que le comunicaron que estaba allí, su padre apareció por la puerta con aire sombrío. Tan solo habían pasado unas horas, pero no preguntó que era lo que ocurría. De hecho, ni siquiera se dinó a mirarle a los ojos cuando le contó lo que había pensado:
- Te sacaré de aquí.
No se movió ni dijo nada, por lo que Dan continuó.
- Voy a pagar la fianza con el dinero que Elizabeth guarda en su caja fuerte.
Asintió, poco convencido. No había hecho el gran esfuerzo de meterle allí para ahora sacarle de allí como si nada. Era extraño, pero cuando le contó lo ocurrido con Alice se convenció a sí mismo de que le alejaría de aquel lugar tan horrible.

Todos lloran y no se por qué. Si que me acuerdo de parte. Recuerdo que estaba cansada, que quería volver a casa tras visitar al padre de Dan en la cárcel y que me agarré a su mano. No la quise soltar, pero me apartaron de él. No puedo si quiera levantarme, ni abrir los ojos, pero sé que él no está aquí. oigo los sollozos desesperados de mi madre. Está aquí al lado. También Edgar. Pero no puedo decir nada, algo me lo impide,y se que es algo de peso, puesto que no puedo combatir, estoy sola en esta batalla. Nadie sabe que estoy aquí, que lo oigo todo, que mi corazón siente lo que ellos sienten. No lo saben, lo ignoran, pero pronto despertaré de esta pesadilla y seré feliz junto a Dan. Me ha contado los planes que nos llevarán a algún lugar lejano, donde podamos dar rienda suelta a nuestros sueños y fantasías, donde por fin seremos felices. Pero de momento sigo aquí, presa del miedo y la confusión, encadanada a unos cables que me dan la vida, en parte.

5 comentarios:

Ikana dijo...

Mosquis,las sorpresas que da la vida -.- Pobre alice

Alien de Andromeda dijo...

Interesante e intrigante. El suspense me mata

Trinity dijo...

Pobre Alice, tener que pasar por todo eso. La verdad es que Dan está algo afectado, espero que eso le baje un poco los humos asesinos hehe.

Para que kiere Dan sacar a su padre?

Nimphadora dijo...

Espero que Dan escarmiente. Esa clase de cosas le pasan por el karma -.-

Ella dijo...

Si, hasta a mí me da penilla Alice...xDD

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